1 mar 2009

Blas de Lezo y la derrota de la invencible inglesa en Cartagena de Indias. Historia naval española.

Hay historias que merecen ser conocidas, especialmente si no se enseñan en los libros de texto por alguna extraña razón, o simplemente dejadez, aún cuando son más importantes que otras.
La de Blas de Lezo da como para una buena película por los hechos que protagonizó. Se podría decir que es el responsable de que más de 350 millones de americanos hablen español.

En el 2005 los ingleses celebraron el 200 aniversario de la victoria sobre la flota franco-española en Trafalgar. Invitaron a las armadas de todo el mundo y España envió un portaaviones y a la fragata Blas de Lezo. Una fragata no elegida al azar. Fue un recuerdo al astuto guipuzcoano que derrotó con su ingenio y valor a una flota que le superaba con creces en número.



La música es de: Globus-Epicon "Europa"

(actualizo enero 2011: enlace a "El duelo del Stanhope o el extraordinario enfrentamiento entre John Combs y Blas de Lezo" entrada sobre Blas de Lezo)

Este guipuzcoano, nacido en Pasajes en 1689 se convirtió en uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española y en un hombre temido en todos los mares.

En el siglo XVIII los ingleses, ya jubilados de la piratería y convertidos en una respetada potencia marítima, decidieron cortar la yugular del sistema de flotas atacando Panamá. El ansia del Reino Unido por controlar parte del mercado de esclavos monopolizado por el Imperio español, así como otras mercaderías, ya les había llevado a legalizar la figura del corso. Su plan era partir la América española en dos y luego lanzarse sobre sus prósperas ciudades.

Para que la rapiña tuviese visos de honorabilidad se buscaron una excusa: la oreja del capitán Jenkins, cortada por un español por comerciar ilegalmente en Florida. "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve", le dijo el capitán Juan Fandiño a Jenkins, mientras le devolvía el apéndice auditivo. Jenkins volvió a Londres y la armó en la Cámara de los Comunes, mostrando su amojamada oreja como prueba del delito. La batalla estaba servida. Se la conoció como la Guerra de la Oreja, probablemente el nombre más curioso de cuantos se han puesto a los conflictos que han tenido lugar en América.

A finales de 1739 el oficial Edward Vernon se dirigió a la pequeña ciudad de Puerto Bello, en Panamá, hoy en día muy relevante por estar situada en el Canal de Panamá, aunque no por entonces. Literalmente lo destruyó. Esto no suponía una gran contrariedad para España, pero la propaganda inglesa fue tan desmedida que llegaron a componer un nuevo y hermoso himno nacional, el actual “God Save the King”, y a renombrar una de las principales avenidas de Londres como Portobello Street.

Esta victoria les dió alas, y en un intento de asestar un duro golpe en la guerra, movilizaron casi toda su flota hacia Jamaica. Su objetivo era la capital del Virreinato de Nueva Granada: Cartagena de Indias.
Reunieron una armada de 186 buques, con más de 2.600 cañones, más de 23.000 expertos marineros y 4.000 milicianos (dirigidos por el hermanastro de George Washington); era la mayor flota que se había congregado nunca para la más colosal batalla naval de la historia, sólo superada por el desembarco de Normandía, en la Segunda Guerra Mundial.

En 1741 la costa de Cartagena de Indias se veía infectada por una marabunta que casi se consideraba vencedora. Pero no contaban con la presencia de un hombre al que, paradójicamente llamaban “medio hombre”, el valiente comandante Blas de Lezo. Sus apodos (medio hombre, capitán pata-palo,…) se debían a su condición de mutilado. Nacido en 1689, comenzó su carrera a la edad de doce años en la Guadia Marina francesa. Luchó en la Guerra de Sucesión que enfrentó a España y Francia contra Inglaterra y Holanda. En una batalla, una bala de cañón le arrancó una pierna. Tenía quince años. No profirió ni un sólo lamento.Aquel acto de valentía le valió el honor de ser nombrado alférez. Más tarde perdería un ojo en el sitio de Toulon y en el asedio de Barcelona (1714) una bala le inhabilitaría un brazo. Pero estas desventajas físicas no le supusieron ninguna traba en su lúcida estrategia y fue nombrado en 1737 Comandante General de Cartagena de Indias.

El Imperio Español estaba en pleno declive, y la defensa de esta importante plaza contaba tan sólo con una defensa de 3.600 hombres y 6 naves. Por ello, el almirante Vernon creyó que solventaría la conquista en pocos días, y envió despachos al rey diciendo que la victoria era suya, a pesar de no haber comenzado todavía la lucha.

Lo mejor de la ciudad eran, sin embargo, sus defensas. Era la plaza mejor fortificada de América. La bahía que servía de antesala al puerto era una peligrosa cazuela flanqueada de fortalezas artilladas y listas para achicharrar vivo al que se internase de matute en aquel desventurado brazo de mar. Los bastiones de San Felipe y San Luis o el fuerte de El Manzanillo son el testimonio en piedra de una larga historia de abordajes fallidos con olor a pólvora. Dieciocho veces intentaron ingleses y franceses hacerse con Cartagena. Nunca lo consiguieron.



Los barcos ingleses bombardearon la ciudad durante días a un ritmo de 62 disparos por hora de media.
Lezo ordenó la fabricación de balas encadenadas que destrozaban todo el aparejo de los barcos ingleses y fortificó las murallas con sacos de arena.

De esta forma los impactos de los cañonazos eran absorbidos por la arena y las esquirlas de piedra no dañaban a sus hombres. A pesar de tan ingeniosos planes la primera línea de defensa cayó en manos de los ingleses no sin ocasionarles multitud de bajas. Las fuerzas de ataque inglesas llegan al último reducto de defensa español, el castillo de San Felipe de Baraja. Lezo envió a dos supuestos desertores para que informasen a los ingleses que la parte más débil del castillo era la zona este... y la más empinada.

Las tropas atacantes llegan a colocan las innumerables escalas para saltar la muralla pero, incomprensiblemente, se quedan cortas dos metros. ¿Por qué? Blas de Lezo había mandado previamente hacer un foso alrededor del castillo de dos metros de profundidad ocasionando en error en la medición de los ingleses. Como consecuencia se produce una auténtica carnicería en las filas atacantes. A pesar de ello los envites ingleses no cesan en sus ataques aunque cada vez más cansados bajo el fuego español y la empinada orografía del terreno.

En los momentos en los que su debilidad era patente el Comandante Lezo envía a 300 marinos frescos a la carga contra los ingleses que se ven desbordados ante el empuje de aquellos hombres llegando incluso a ser perseguidos por la tropa española.

Por la humillación a la que estaba siendo sometido y las perpectivas de una derrota segura, Vernon se retiró de nuevo hacia Inglaterra.

Pero como habían relatado una victoria y habían enviado estas noticias de su supuesto triunfo al continente, el rey inglés, orgulloso, había estado celebrando diversas jornadas de festejos y había mandado acuñar medallas conmemorativas. Pero cuando le informaron de la realidad, en un miserable acto propio de un mal perdedor, Jorge II de Inglaterra prohibió que se volviera a mencionar o a hacer alusión a aquel asunto y ordenó que se destruyera toda la documentación sobre el suceso. Las estampillas, los cuadros dibujados, las monedas acuñadas,… prácticamente todo fue borrado de la Memoria.

La derrota española parecía tan clara que, antes de la batalla se acuñaron, en Inglaterra, monedas conmemorativas de la victoria inglesa. En ellas se veía a D. Blas arrodillado ante Vernon y se podía leer:
«La arrogancia española, humillada por el almirante Vernon».

(Blas de Lezo aparecía con ambas piernas y brazos para no dar la impresión de que Vernon había vencido a un lisiado).

A Vernon no se le pidieron responsabilidades, y a su muerte fue enterrado con honores en la abadía de Westminster.

Blas de Lezo corrió una suerte muy diferente. Su país le olvidó y murió solo, de peste, en Cartagena de Indias, unos meses después, sin los honores que merecía debido a los enfrentamientos que tuvo durante la batalla con el virrey de Cartagena de Indias, Sebastián de Eslava.. Nadie sabe dónde fue enterrado. España es así de ingrata con los hombres que mejor la han servido. Cartagena y los colombianos le siguen recordando, y mantienen viva la memoria del día en que un español de acero asombró al mundo propinando un sonoro bofetón a la arrogancia británica en la cara de su general más prestigioso.

(textos extraído de lacanciondelpirata y de laladeairreductibe).

Algunos comentarios que aparecen respecto al video:

En el video aparece la bandera del Imperio Español con la Cruz de Borgoña, que era la más utilizada por los Tercios Españoles y regimientos de Infanteria del Imperio Español durante los siglos XVI, XVII, XVIII.

Una de las tacticas de Lezo era unir 2 balas de cañón con una cadena y dispararlas con un cañón, de esta manera volaban en parabola y desarbolaba los mastiles de los barcos britanicos con tremenda facilidad.
Otro invento fue ponerle a los cañones de los fuertes pequeñas rampas pudiendo así variar el ángulo de disparo.
de esta manera podian engañar al enemigo pues cuando estos se posicionaban a una distancia segura, Lezo mandaba introducir las pequeñas rampitas en los cañones y al aumentar el angulo conseguia llegar a los barcos britanicos y tocarlos.

Una parte fundamental de la batalla consistió en el hundimiento de los barcos españoles en la bocana del puerto e impedir de esta manera la entrada de los buques ingleses... de esta manera la superioridad naval inglesa fué inutil.

...el libro EL DIA QUE ESPAÑA VENCIÓ A INGLATERRA, autor Pablo Victoria. El valor de los españoles, las intrigas de virrey Eslava contra nuestro heroe Don Blas…


Por fin alguien en nuestro país da la cara por nuestra Historia, no basándose en memorias históricas, sino en “realidades científicas“. La empresa madrileña DL Multimedia que rueda un documental sobre Blas de Lezo realizará otros nueve más, todos formarán parte de una serie sobre la Historia marítima española. Con el título de “Nuestra Historia en el mar” y bajo la dirección del arqueólogo marino Tino Martín, se abordarán diez historias, heroicas, dramáticas y enigmáticas, que abarcan desde nuestro siglo de oro hasta la Guerra civil. En palabras de la propia empresa “la intención principal, es dar a conocer al mundo nuestra historia contada por nosotros y romper la tradición de que sean terceros los encargados de hacerlo, normalmente manipulando la realidad y dando una imagen pésima y equivocada al mundo de España, sus hombres, mujeres y nuestra cultura“
(leer la nota entera en laguaridadelGoyix).

Estatua de Blas de Lezo en Cartagena de Indias, Castillo de San Felipe:


La fragata Blas de Lezo:

Como curiosidad, un análisis grafológico de su letra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo.

Anónimo dijo...

Eso mismo debemos de aprender de nuestra historia, ¿ Por que no nos enseñan esto en la escuela??? tenemos mucho que ver con muchas cosas, y no nos cuentan nada y ni siquiera reconocen a nadie como Blas de Lezo.......

Te quiero, Pi